No es una noticia cómoda. Tampoco es una sorpresa. Cada vez que una plataforma grande avanza, hay alguien que se queda atrás. Esta vez le tocó a WhatsApp y a una lista de teléfonos que durante años fueron compañeros discretos de millones de personas. A partir de diciembre, doce modelos quedarán fuera del servicio. Para los desarrolladores es un movimiento técnico sin mayor drama. Para la gente, especialmente en México, es un recordatorio duro de que la tecnología tiene fecha de caducidad.

Los modelos que se despiden

  • iPhone 5
  • iPhone 5c
  • iPhone 5s
  • iPhone 6
  • iPhone 6 Plus
  • Samsung Galaxy J2
  • LG G3
  • LG V10
  • Motorola Moto G de primera generación
  • HTC One M8
  • Sony Xperia Z2
  • Sony Xperia Z3

Aunque el anuncio suene frío, detrás hay historias. El iPhone 5, el 5c y el 5s fueron puerta de entrada al mundo smartphone para una generación que no quería gastar una fortuna pero buscaba confiabilidad. Más adelante el iPhone 6 y el 6 Plus dieron un paso hacia pantallas más grandes, un lujo para su época. Del lado de Android, el Galaxy J2 se convirtió en un caballo de batalla. Caminar por la colonia y ver uno era tan normal como encontrar una tienda Oxxo. El LG G3 y el V10 hicieron méritos por diseño y rendimiento. El Moto G, el primero de la familia, fue el teléfono que muchos compraron cuando todavía no había tanda para aspirar a algo más. HTC y Sony completan la lista, con el One M8 y los Xperia Z2 y Z3, equipos que hoy parecen fósiles pero en su momento fueron aspiracionales.

La razón por la que quedan fuera no es un misterio. El soporte de software se agotó. Los sistemas operativos quedaron congelados en versiones que ya no reciben parches de seguridad ni optimizaciones. WhatsApp podría seguir intentando mantener compatibilidad pero cada actualización se convertiría en un castigo para quienes usan equipos recientes. No es rentable, no es seguro y no es sostenible.

Qué significa esto en la vida real

En teoría el problema es simple. Actualizas tu celular y sigues adelante. En México la realidad va por otro camino. Hay familias que comparten un solo teléfono porque no hay para más. Hay emprendedores que todavía manejan sus ventas por WhatsApp en un equipo comprado hace siete u ocho años. Hay estudiantes que dependen de un celular viejo para conectarse con sus maestros. Cuando la app deja de funcionar no se pierde una conversación. Se pierde acceso a redes de apoyo, a clientes, a oportunidades.

Habrá quien diga que cambiar de equipo no es tan complicado. Basta entrar a una tienda, pagar en mensualidades y listo. Pero si miras más allá de las grandes ciudades, te das cuenta de que cada compra implica decisiones difíciles. Recortar el gasto de la despensa. Dejar de hacer reparaciones en casa. Posponer la visita médica que ya se había postergado demasiado. No todos pueden darse ese lujo.

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Qué hacer si estás en riesgo

Lo primero es respaldar. Copias de conversaciones importantes, archivos de trabajo, contactos que no puedes perder. Lo segundo es evaluar opciones reales. No se trata de comprar el modelo más nuevo de quince mil pesos. Hay dispositivos económicos que siguen recibiendo actualizaciones y cumplen para WhatsApp, llamadas, mapas y tareas básicas. Preguntar, comparar, buscar planes con pago inicial bajo. Un cambio de equipo no es un capricho, es una medida preventiva.

Si todavía conservas uno de esos teléfonos viejos puede que aguante todo diciembre y quizá un poco más. Pero la experiencia se deteriorará. Chats que no abren, mensajes que no llegan y llamadas que fallan sin explicación. Es el inicio del final.

Conclusión

Las aplicaciones no son eternas y los teléfonos tampoco. WhatsApp dejó de ser una simple app de mensajería. Hoy es infraestructura social. Cuando corta soporte no solo desconecta a usuarios antiguos, también revela un modelo tecnológico que prioriza velocidad sobre permanencia. No es bueno ni malo. Es la lógica de la industria.

Opinión

Como periodista que ha seguido este mercado desde hace años, me cuesta dejar de pensar en la desigualdad digital. Silicon Valley vive obsesionado con la próxima función premium. México vive tratando de que la gente llegue a fin de mes. Entre esos dos mundos, miles de personas quedan atrapadas. Cada actualización que deja atrás a modelos viejos confirma lo mismo. La innovación no es el problema. El problema es que nadie se detiene a pensar en quienes avanzan más lento.